lunes, 31 de mayo de 2010

Segundos, minutos y horas suspendidos en el aire. Silencios punzantes. Desapariciones constantes. Es entonces cuando dejas las preguntas aparte ¿De qué sirve preguntar si las posibles respuestas nunca son reconfortantes?

Semejante a un cementerio cubierto de esqueletos. Cada paso en adelante es un tachón en tu boceto. No son más que piezas de diferentes puzzles incompletos. Pensamientos dibujados como si fuesen objetos.

Contornos de sombras difusas. Lo que realmente son, millones de excusas. Palabras pensantes, todas ellas confusas. La desidia inherente a su persona a pesar de sus ideas abstrusas.

Ahora ya deshechas las presuntas alianzas. Muda y sorda la supuesta confianza. La apatía deja cualquier sentimiento listo para la matanza. Aparece desmayada la esperanza. Bueno, historias mundanas que enriquecen nuestra enseñanza...